sábado, 1 de noviembre de 2025

Santos


La vida no cesa de ponernos a prueba: enfermedades, pérdidas, rupturas, conflictos, carencias… Cada uno las afronta como puede, pero es en esos momentos de dificultad donde más necesitamos la fe. Porque en los días buenos, todos podemos creer. Pero en la adversidad, la fe se vuelve más exigente, más real.

He aprendido que debemos ser buenos, sí, pero no ingenuos. Ayudar está bien, pero permitir que se aprovechen de nosotros no es amor: es egoísmo disfrazado. El amor verdadero respeta, no exige ni manipula.

La vida se complica porque nosotros la complicamos. Por muy virtuosos que nos creamos, todos caemos en el egoísmo, la envidia, la soberbia. Y aun así, seguimos intentando servir, porque sentimos que es lo correcto. Pero cuidado: si esperamos algo a cambio, si buscamos reconocimiento, entonces el ego se cuela y nos destruye.

Nos falta caridad. Caridad verdadera. Esa que no espera nada, que nace del amor puro.

Cada prueba es una oportunidad para crecer. Y si no aprendemos la lección, la vida nos la repetirá, con otros rostros, otros escenarios, pero el mismo fondo. A veces, decir “no” también es hacer lo correcto. No siempre se puede, y eso también hay que aprenderlo.

Incluso a Jesús le pidieron cosas que no hizo, porque no era el momento, porque no era la voluntad del Padre. Y eso no lo hizo menos santo. Al contrario: lo hizo obediente, sabio, firme.

Ser santos no es ser perfectos. Es aprender, caer, levantarse, y seguir caminando. Es aceptar, resistir, confiar. Es pedir discernimiento para saber cuándo actuar, qué hacer, qué dejar de hacer. Y sobre todo, ser nosotros mismos, con autenticidad.

La experiencia y los tropiezos nos enseñan. Hasta el más santo cayó. Pero lo importante siempre fue levantarse. Ahí está la clave: levantarse y esquivar la piedra la próxima vez.

Amar, pedir perdón, perdonar, hablar con asertividad. Difícil, sí. Pero no imposible.

¿Te atreves a ser santo?

Pídeselo a Dios. Porque sin Él, nada podemos. Pero con Él, todo es posible.

Aunque nunca lleguemos a los altares terrenales, que un día podamos estar en los altares celestiales.
Ese es el verdadero motivo de esta festividad.

viernes, 31 de octubre de 2025

Hoy, sin filtros

 

En mi más absoluta soledad, a veces me da por pensar que crees que no me acuerdo de ti, o sólo lo hago en días como éste. Luego recapacito y me digo a mí mismo que es imposible, si no, no te hablaría tanto. 

Cuántos días he querido enviarte un mensaje o llamarte, simplemente porque no te veo físicamente. Pero te cuento igualmente lo que sea: las buenas noticias, las alegrías, los problemas (buscando, quizás que me ayudes a solucionarlos), mis emociones, sentimientos, dolores del alma, la incapacidad ante diversas situaciones, lo que veo y otras personas no pueden ver, mis proyectos o mi vacío interior... un sinfín de conversaciones, o tal vez monólogos porque, hay días que no sé escuchar.

Millones de preguntas y reflexiones que quedan sin respuesta aparente y que, con el paso del tiempo, me doy cuenta que ahí estabas, como siempre has estado. 

Desde hace veinte años, no te echo de menos porque sé que estás, pero sí echo en falta tu presencia física: tus palabras, tus abrazos, tu voz, tus ocurrencias, tus enseñanzas... 

No sé cuántas cosas me han pasado en este tiempo. Tú las has visto y vivido, de otra forma, en otro estado, pero soy consciente de que lo has hecho. 

He crecido, he madurado en muchos aspectos. En otros, creo que aún sigo siendo un niño, tu niño. 

Conoces mi interior porque sé que Dios te lo permite. Sabes como soy en cada momento. Y puede que ahora me entiendas mejor. 

Mientras escribo todo esto, he visto aparecer delante de mí una pluma blanca. Muchos dirán que es una tontería, pero tú sabes que yo soy muy de leer simbología, y te he sentido al lado. 

Hay ocasiones en las que me gustaría irme de aquí y estar ahí, contigo, porque mis ganas de luchar desaparecen a ratos. Pero sé que aún tengo que continuar, aprendiendo, evolucionando, transformando el dolor en fortaleza, dando mi testimonio y, sobre todo, queriéndome a mí mismo. No lo digo como un acto egoísta, sino como un intento de valorarme para también, ofrecerlo a los demás. 

La vida tiene muchas cosas buenas, pero nos está faltando lo imprescindible: amar de verdad. Es difícil cuando alrededor veo lo que veo. Puede que sea como Van Gogh, un incomprendido. Quizás por eso para mí sea más que un pintor, más que un artista y me guste tanto. 

¿Lo mejor? Lo que callo, pero que tú y yo sabemos. Nuestros secretos.

Hoy no voy a poder estar como quisiera. Mi estúpida forma de ser ha hecho que tenga compromisos, tú los sabes. Pero no por eso dejaré de estar, como espero y te pido: Nunca dejes de estar. Porque habrán pasado años. ¡ Y Dios sabe el tiempo que nos quedará! Pero te sigo necesitando cerca. Porque te quiero. 


31 de octubre de 2025

miércoles, 22 de octubre de 2025

GRACIAS, Óscar


Hoy amanecí con una de esas noticias que a uno no le gusta recibir.

Ha fallecido Óscar, un compañero de clase del colegio.

Quizás no fue el compañero con quien más relación tuve, pero de nuevo me ha hecho recapacitar en un tema al que le doy muchas vueltas.

No somos nadie, y mucho menos, más que nadie, pero nos creemos importantes, imprescindibles, inmortales.

La vida es más que trabajo, dinero, poder... El trabajo dignifica, pero también nos roba la vida; el dinero nos ayuda a afrontar gastos necesarios para vivir; pero también nos hace sus esclavos; y el poder... el poder corrompe.

Todo esto nos lleva a ser prepotentes, a querer sobresalir sobre los demás, pisando a quien haga falta pero... ¿para qué?

Soy muy pesado, pero es que he llegado a mi propia conclusión, quizás errónea: ¿Dónde queda el amor?

Confundimos necesidades con amor. Placer con amor. Momentos felices con amor... Pero se nos ha olvidado amar de verdad, lo que eso significa, lo que supone...

Trabajo, dinero y poder. Todo es necesario, pero en su justa medida. Porque de lo contrario, el resultado es el que vivimos: un mundo frío, superficial, y repleto de apariencias. Ya no existe calidez, profundidad y mucho menos, verdad. Nos hemos vuelto individuales, demasiado.

Tiene narices que tengamos que vivir momentos como éste, para volver a recordar quiénes somos y para qué estamos en esta vida. Y lo peor... es que son momentos efímeros, porque la rutina nos sigue arrastrando a ese lugar vacío, del que no queremos salir.

Nos iremos como Óscar, como tantos ya se han ido, y entonces veremos el tremendo hueco que teníamos en nuestra alma, pero ya será tarde. Habremos perdido la oportunidad.

Mientras, seguimos viviendo para trabajar, en lugar de trabajar para vivir. Seguimos acaparando dinero para que se quede aquí. Seguimos mirando a los demás por encima del hombro, más llegará el día en que ellos agacharán sus ojos para mirarnos, cuando estemos bajo tierra. Seguimos haciendo daño con nuestro egoísmo individual, seguimos sin ser leales, pero ya llegará la única verdad por la que pasaremos todos: la muerte, o el transito a la otra vida, como prefiero denominarla.

Todos tenemos cosas malas, que debemos eliminar o mejorar.

Todos tenemos cosas buenas, que debemos ponerlas al servicio de los demás.

Amemos de verdad, que es lo único que no morirá, porque el amor es lo que permanecerá con nosotros para siempre. El resto... se acabará y no lo vamos a necesitar. Y nadie se acordará de nosotros ni de lo que hicimos, porque eso, sí es muy muy muy temporal.

Piénsalo. Medítalo. ¿Cuál es nuestra verdadera misión? ¿Está Dios contento con nuestro comportamiento con nosotros y con los demás?

¡Despertemos de una vez!

Hoy ha sido Óscar. Mañana puedo ser yo, o tú, que estás leyendo esto.

Perdona. Ama. Quizás en unos minutos, ya no tengas tiempo para hacerlo...

miércoles, 1 de octubre de 2025

En mi Getsemaní


Dios me libre con compararme con Cristo, y no es falsa modestia, es verdad. Y no es algo exclusivo mío, seguro que a ti te pasa lo mismo.

Hay veces que siento que Dios me pide estar al lado de quien necesita un apoyo.

Otras pienso, quizás erróneamente, que tengo que estar y quiero estar, a pesar de la distancia.

Porque todos necesitamos de todos, y uno percibe la carencia y la falta de amor, un amor que, por otra parte, tengo necesidad de dar a otros, puede que a mi forma, pero no sé otra manera de estar, al menos, hasta la fecha.

E intento estar, y saco tiempo para el que necesita,  más aún, si quiero a esa persona.

No me pesa sostener, pero a veces lo de los demás y lo mío propio, se convierte en un lastre denso. Esto hace que también requiera a alguien que me ayude a cargar, o liberar lo que no sirve.

Ahí me entra la duda. ¿Hago bien en estar para otros? ¿Por qué cuando yo los necesito nunca hay nadie? No pido que me entiendan, digo que me sostengan los brazos un rato para que cojan fuerza de nuevo, y pueda continuar. Pero no.

Y pienso en Jesús en Getsemaní. Necesitaba que sus amigos le ayudaran a sostenerse con la oración, y sin embargo, dormían.

¿Me pasará algo similar? ¿Todos duermen cuando los necesito? Seguramente no serán las personas adecuadas, o sí, pero, ¿dónde están?

Dios es el único que se queda siempre. En silencio, aparentemente ausente. Como en Getsemaní. Y... qué difícil es. La fe es importante, pero no se compra en el supermercado de la esquina. Hay que trabajarla, fortalecerla, orar, confiar y esperar.

Algo tan sencillo como una llamada, un abrazo, un sentir que hay alguien al otro lado. No pedimos tanto y, parece que estamos pidiendo que nos bajen el sol.

La oración conforta y mi error está en querer esforzarme por estar en este mundo, porque necesito o me gustaría una autenticidad cercana. Pero hoy, nadie parece querer de verdad. El egoísmo se apoderó del mundo. Te usan y te tiran al suelo. No hay amor, no hay compromiso, no hay verdad, no hay cercanía, no hay unión.

"Ama a tu prójimo como a ti mismo". Y nos quedamos con el "a mí mismo". Una moda impuesta desde el mal, porque va en contra de lo que Dios nos pide.

Cuatro valores que para mi manera de entender, son fundamentales y, sin embargo, faltan en cantidades industriales son: Amor, Lealtad, Respeto, Confianza.

¿Qué opinas?

No debo ser, o mejor dicho, no termino de identificarme con este mundo frío, distante, ausente, enmascarado, veloz, donde todos huyen...


domingo, 28 de septiembre de 2025

No quiero que te vayas


Llegaste con la alegría del reencuentro: Tu gente, tu familia...tus hijos. 

Pero hoy regresabas, y mi corazón lacrimoso sólo te repetía: "No quiero que te vayas". 

Ya. Lo sé. Quizás sea egoísta, pero cuando se quiere de verdad, la despedida siempre cuesta. Aunque sea un "hasta mañana". Es necesaria, es ley de vida, hay que seguir, pero cuesta. 

No sé la razón, o tal vez sí, pero hoy ha sido distinto. Hoy todo se ha rodeado para que sucediera así. 

"No quiero que te vayas", pero el cielo tarifeño tampoco lo deseaba. Y lo vimos en las lagrimas que brotaban de sus nubes.

Hoy ha sido más difícil que otras veces. Hoy, de nuevo, te has llevado un trocito nuestro contigo, y eso duele. Duele porque sientes el tirón interno de esa parte adherida y pegajosa que se resiste a salir, y que nos arrancas porque es conveniente. Pero sí. Duele. 

Hay días con despedidas cargadas de emociones. Se me vinieron a la mente imágenes de funerales como el de Rocío Jurado, Juan Carlos Aragón, Diana de Gales, Papa Juan Pablo II... Donde hay tristeza, pero también agradecimiento y cariño expresado en forma de aplauso. 

¿Sabes? Esa forma de irte hoy me hizo sentir algo similar. 

El cielo quiso que entraras en un camión para proteger tu preciosa imagen, mientras tus hijos aplaudían el emotivo momento. 

¡Ay, Luz bendita! ¡Qué solos nos dejas! Sigues ahí, pero algo se apaga o deja de brillar. Faltas Tú. Así de simple. 

Y es que...

En la soledad de mi alma, eres la calma. 

En la tristeza mas fría, eres mi alegría. 

En mi ansiedad, eres piedad. 

En mis miedos... en mis miedos eres el amor que me abraza, acoge, arrulla y enternece el corazón endurecido por las situaciones diarias. 

"No quiero que te vayas", te repetía mirándote a los ojos. Tú me respondías que tenías que irte, que fuese fuerte y sin embargo, que desgarradora despedida. Que pena tan honda.

Dicen que lo que no se habla, se llora. 

No hubo palabras, ni lágrimas que aliviaran tu partida. Porque sentía, literalmente, que la Madre de Tarifa se estaba yendo...

Lo sé. De la misma forma que, cuando se marcha de este mundo un ser querido, y creemos y sabemos por fe, que está en la Gloria, así iremos a verte. Porque tu santuario, es la Gloria para un tarifeño. Es ese trocito de Cielo en la tierra, donde nos esperas siempre. 

¡Luz, Señora, más Luz! 

Más Luz para este mundo falto de amor y de sentido. 

En la Gloria nos esperas

Desde la Gloria nos alumbras

Luz y Esperanza nuestra: No nos sueltes nunca, que nos perdemos en la oscuridad. 

Y tras unos días de peticiones en tu presencia, permíteme terminar con un agradecimiento. 

GRACIAS, Madre. 

GRACIAS por las cosas buenas, por las no tan buenas, por las que duelen, pero fortalecen. 

GRACIAS por tu protección constante. 

GRACIAS por lo que no entiendo: algo bueno habrá detrás. 

GRACIAS por presentarnos cada día a Jesús y ante Jesús. 

GRACIAS por tu AMOR. 

GRACIAS por ser nuestra Esperanza. 

GRACIAS, por ser nuestra Luz. 


Siempre nos deja su Luz


viernes, 15 de agosto de 2025

Amor elevado al Cielo

Hay amores que no mueren.

Hay amores que no se entierran.

Hay amores que no se pudren en el sepulcro.

Hay amores que cuidan. 

Hay amores que no se explican. 

Hay amores que lloran oraciones. 

Hay amores que esperan en silencio. 

Hay amores que abrazan. 

Hay amores que acogen.

Hay amores que alimentan. 

Hay amores que sostienen. 

Hay amores que no huyen. 

Hay amores que se quedan. 

Hay amores que queman. 

Hay amores que sienten. 

Hay amores que no dudan. 

Hay amores que confían. 

Hay amores que no duelen. 

Hay amores que se celebran. 

Hay amores celestiales. 

Hay amores humildes. 

Hay amores fieles. 

Hay amores leales. 

Hay amores que escuchan. 

Hay amores que hablan. 

Hay amores que tocan. 

Hay amores de verdad. 

Hay amores que sanan el corazón. 

Hay amores que protegen. 

Hay amores que son Luz. 

Hay amores que alivian los Dolores. 

Hay amores que nos llenan de Esperanza. 

Hay amores que hay que elevar al Cielo, porque allí está su casa. 

Hay amores que son alma pura encarnada. 

Hay amores que no caben en el pecho. 

Hay amores que sólo pueden ser de una Madre.  

Hay amores que cuando los reconoces, sabes que está tocando la Gloria.

Hay amores tan sinceros que no caben en la tierra, y por eso el Cielo lo reclama.

Hay amores que son eternos... 

Hay una Madre que sólo puede dar Amor. 



15 de agosto de 2025 

75 Aniversario del Dogma de la Asunción 


jueves, 7 de agosto de 2025

¡Ay... los chismes!: Creciendo entre espinas


Para los amantes del chisme:


Mi vida es mía, y lo que pase en ella no les interesa a ninguno de ustedes. 

No soy ni su película, ni su novela, ni su entretenimiento.

Únicamente soy autor de mi propia historia. Dedíquense a ser los autores de las suyas propias, que yo no quiero ser ni el personaje secundario, ni el epílogo de las suyas. No, no me interesa para nada.

Pero si lo prefieren, sigan hablando, sigan criticando, sigan envidiando, sigan así, si su verdadera meta es continuar siendo infelices.

Cuando el chisme destruye lo que era sagrado:

Hubo amistades que parecían firmes, hasta que el veneno de las palabras susurradas empezó a filtrarse. No fue una discusión. No fue una traición directa. Fue el murmullo, el juicio disfrazado de preocupación, la mirada que no pregunta pero acusa.

Vayamos a la Biblia y veremos que Proverbios 16, 28 lo dice sin rodeos: “El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos.”  

Y eso fue lo que muchos querían que sucediera. El chisme llegó como una sombra silenciosa, y lo que antes era confianza, podría ir convirtiéndose en distancia.

Pero hoy pongo límites. (Todos tenemos que ponerlos en algún momento). Hoy cuido mi vida como un jardín cerrado, más que antes. Acorazado sí, pero en el interior sigue un florido, colorido y luminoso jardín que muchos, la mayoría, no podrán ver. Porque las lágrimas del mártir riegan el jardín de la gracia eterna.

¡Qué hablen los que no saben! ¡Qué inventen los que no tienen paz! Por sus obras ya los conocemos. No hace falta más. Nosotros a lo nuestro: Oración y silencio, porque entre espinas, el alma evoluciona.

Los chismes no golpean. No gritan. Los chismes susurran. Y en ese susurro, destruyen.

Pero recuerda: La oscuridad de Getsemaní precede la Luz del sepulcro vacío.

Por eso sigo escribiendo mi historia con dignidad, porque no nací para ser parte del guion de otros.

Dios no une almas al azar. Dios une propósitos. Y todos, en nuestra libertad, debemos trabajar para ello.

Ustedes sigan intentándolo, que lo que el chismoso no sabe es que esto fortalece y están creando una gigante y, a la vez, silenciosa máquina de amar y crecer.

Porque cuando en estos casos pides ayuda a Dios, Él permite el sufrimiento. Porque sabe que el dolor, es el auténtico gimnasio del alma.


El Señor nos bendiga.

lunes, 28 de julio de 2025

Busquemos la Luz


Un día de estos, da igual cuándo, durante un paseo se me vino a la mente una imagen que había estudiado y visitado hace años. Se trataba de uno de los frescos de la catacumba de Priscila, en Roma.

Rápidamente se me ocurrió la idea de proponer impartir una conferencia, pero he decidido escribir esta entrada, mucho más resumido y accesible para todos.

A decir verdad, hace mucho que quería escribir y dejar mi pensamiento actual sobre cómo veo todo a mi alrededor. Después de analizar infinidad de cuestiones que me planteo en mi insistente e incansable filosofar personal, aparentemente todo es mentira. Bueno, vale. Casi todo.

Lo que es cierto, a mi modo de ver y entenderlo es que el mundo está carente de amor. La sociedad está envuelta en una máscara superficial, la rutina nos arrolla, el materialismo nos arrastra… Valoramos las posesiones, y usamos a las personas. ¿No debería ser al revés? Hemos ido transformando nuestras vidas sin darnos cuenta gracias a la televisión y, sobre todo, las redes sociales. Mostramos una imagen exterior que —muchísimas veces— no representa lo que somos por dentro. Porque el interior... “no vende”.

Estamos totalmente perdidos, desorientados.

No. No me he ido del tema. Todo tiene relación. Ya había puesto título a mi conferencia: “El alma en busca su origen en Cristo. Apuntes sobre el arte paleocristiano”.

La intención era una invitación a mirar las imágenes no con los ojos, sino con el corazón. Porque en tiempos donde el alma parece ausente, el arte paleocristiano nos puede recordar que la fe empezó bajo tierra, pero nunca dejó de mirar al cielo.

En este sentido, no voy a descubrir nada: La fe hoy esta olvidada, incluso por muchos sacerdotes que se han convertido en funcionarios. Cumplen un horario y solo buscan dinero, placeres efímeros y no son capaces profundizar. Su ejemplo es nulo y sus palabras son vacías, porque no sienten.

Pero no sólo los sacerdotes, —lo que pasa es que ellos deben ser pastores— porque los laicos también estamos perdidos, sin rumbo, sin evangelizar porque no podemos dar ejemplo. Todos estamos invadidos por la mentira del postureo, el trabajo, las ocupaciones y dejamos de lado lo más importante. Amar.

Pero se nos olvida amarnos a nosotros. Una cosa es el egoísmo que nos domina, y otra cosa es amarse uno mismo.

El único mandamiento de Dios que resume los Diez es: Amarlo a Él sobre todas las cosas y al prójimo como nosotros mismo.

Pero si no sabemos amarnos de verdad a nosotros, si huimos del amor, si nos dejamos arrastrar por lo fácil y temporal, si en vez de amarnos somos egoístas, ¿cómo vamos a amar a los demás? Damos lo que somos. Y si no somos amor, damos daño.

Volviendo a las catacumbas, podemos decir que la fe empezó bajo tierra:

Quizás tengamos que vivir y sufrir una noche oscura. Sí, digo bien, sufrirla, experimentarla de verdad. Caernos en ese pozo sin luz, donde no vemos salida, solos, sin nadie, sin nada, vacíos…, hasta Dios parece guardar silencio y sin saber cómo ni porqué, se inicia una introspección donde empezamos a analizarnos.

¿Quiénes somos y para qué estamos aquí?

¿Cuál es nuestra misión?

¿Qué queremos, qué necesitamos de verdad?

¿Qué nos sobra realmente?

¿Cuá es el propósito?

¿Cómo tenemos y está nuestra alma?

Es decir, tenemos que bajar al ultramundo personal buscando a Dios sin dejar de mirar al cielo, buscando ayuda, solución, orientación, sanación de heridas...

Muchas personas dicen estar en la luz. Y pueden que lo sientan así, yo no soy nadie para juzgar. Pero otras no pueden verla aunque quieran, porque para ver la luz, hay que estar y ser conscientes de que estás en la oscuridad y cuando sales, puedes ver la diferencia. “Ahora sí veo todo mejor, sé lo que es la luz”.

Eso es lo que está faltando en el mundo. Introspección real. Hay que pasar por el fuego del dolor para purgar todo aquello que no nos sirve, lo que hemos usado mal, lo que hemos dejado de hacer, y despertar el alma dormida que lo que quiere, —aunque nos neguemos y nos parezca una cursilería—, que no es otra cosa que amar: Ese es su propósito original. Porque fuimos creados para amar, no para comprar, tener coches, mil lujos, oros… ¿Cuál es el motivo de estas cosas superficiales?

Sé que es difícil ver esto que estoy contando si lo que nos interesa es seguir como estamos. Pero si lo piensas de verdad, lo que estamos haciendo, en un porcentaje muy alto, no nos sirve para nada. No digo que hay que sufrir y pasarlo mal. Al contrario, estamos en esta vida para ser felices, porque Dios no nos quiere tristes, quiere plenitud en nosotros. Pero, ¿qué es la felicidad? ¿Por qué tenemos la ambición de tener y conseguir más, si no sabemos si dentro de un minuto nos vamos? ¿Qué hacemos con eso?

Cuando dejamos al alma que encuentre su propósito y empiece a crecer, veremos todo de una forma distinta. Podremos ayudarnos unos a otros, sin envidias, prepotencias y postureos superfluos. Porque sabremos amar mejor.

Si cambiamos nosotros, empezaremos a cambiar el mundo. No esperes que el mundo cambie para cambiar tú, porque no va a pasar.

Sonríe, disfruta y sobre todo ama, pero desde el interior de tu ser. Desde el lugar que tú, mejor que nadie, sabes perfectamente cuál es. Y si no es así, déjate amar y descubrirás la mayor felicidad que puedas experimentar. Porque cuando eso ocurre, todo lo demás cobra sentido.

El Señor nos bendiga.

sábado, 28 de junio de 2025

Corazones


Jesús:

Estoy sentado ante ti, que estás en el Sagrario. Justo encima está tu imagen mostrándonos tu corazón sangrante. Lo miro. Miro el mío, y no tiene nada que ver, no lo puedo comparar. Sin embargo, Tú, mejor que nadie, conoces cómo es, de la misma forma que sabes cómo es el de los demás.

Cada uno de nosotros te traemos nuestros agobios, problemas, preocupaciones, las gracias por lo que nos das, por los males que permites para el bien de nuestras almas. El problema es que no entendemos eso, porque nuestra mente limitada nos impide ver la razón de tantas cosas que nos pasan.

Danos la fe para creer en Ti, de descansar en ese Corazón que nos ofreces, herido y sanado por tantas traiciones, juicios, rechazos, abandono, ingratitudes... Porque si algo nos pasa y estamos sufriendo, es porque detrás viene algo mejor.

A veces pensamos que somos eternos en esta vida, pero esta vida es pasajera, demasiado pasajera para unos; lenta como el óleo sobre el lienzo, para otras.

Todo tiene su tiempo, tu tiempo perfecto. Y eso es algo que todavía no comprendemos. Queremos todo para ayer porque hoy nos parece tarde. Pero no nos damos cuenta que, a lo mejor eso que queremos no nos viene bien, como un niño que quiere comer caramelos antes de comer y sus padres se lo prohíben. Otras, nos las vas a dar, pero primero quizás, tenemos que sanar heridas, aprender cosas, avanzar... Y se nos olvida que Tú, eres también el Dios del tiempo. 

A veces lo veo claro. Otras me puede mi humanidad imperfecta y te exijo. Toda una osadía por mi parte; pero sé que en ese momento te hablo desde mi dolor, mi herida. Ahí es donde actúas Tú. Con tu abrazo, con tus indicaciones, o simplemente desde el silencio. Porque he aprendido que cuando callas, estás trabajando en algo intangible que me beneficiará. Pero yo me vuelvo más impaciente si cabe.

En ocasiones aparece tu Madre que me dice: Mírame, yo tampoco entendía nada y guardaba todas las cosas en mi corazón.

¡Cuánto no soportaría Ella, siendo Luz!... Pero con su alma llena de Esperanza.

¡Cuántas veces la envías para que pise a la serpiente cuando nos asfixia demasiado!, y no lo vemos.

Jesús, que vuestros Corazones sean nuestro refugio donde podamos descansar en momentos de debilidad y agotamiento espiritual. Qué sepamos ver en ellos el ejemplo que necesitamos en nuestras vidas.


Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.

Inmaculado Corazón de María, sé la salvación del alma mía.


El Señor nos bendiga.

sábado, 21 de junio de 2025

Reflexionando un día cualquiera


 Me he atrevido a compartir una pequeña reflexión tras una experiencia que viví días atrás durante una celebración eucarística, la cual fue ofrecida por una persona que había fallecido.

El caso es que había más fieles de lo acostumbrado. No había que ser un lince para que me diera cuenta de que era una "misa de difuntos", máxime, cuando la mayoría no son asiduos a cultos.

Durante la homilía, los fieles se miraban y "aguantaban el chaparrón" pacientemente, quizás, sin entender muy bien lo que el sacerdote quería exponer.

Se levantaban y sentaban según hacían los que suelen ir a misa. Algo que suele ser normal en estos casos, y algo que entiendo perfectamente.

En la parte más importante, esto es, la Consagración, una persona se levantó y se dirigió hacia los bancos más próximos de los pies del templo para saludar a otra de forma muy efusiva.

Llegado el momento de la Comunión, el sacerdote abandonó el presbiterio para distribuir a Cristo sacramentado. En ese instante, se hizo un revuelo en los primeros bancos, pues muchos se acercaron a dar pésames. Abrazos, besos "sonados", murmullos, movimientos... se sucedían a escasos metros del sacerdote, incluso taponaban la fila de las personas que se acercaban a comulgar. Algunas personas, también en ese momento, salieron del templo.

He de suponer, ante el posible desconocimiento, que ambos grupos de personas, pensaron que la misa había finalizado.

El sacerdote siguió impartiendo la Comunión sin inmutarse. En otros casos, el sacerdote habría mandado callar con una regañina.

¿Cuál de las dos opciones es la más correcta a vuestro parecer? Entiendo que es una situación difícil de manejar.

Dicho esto, en el momento de la Consagración sólo se me venían unas palabras de Cristo mientras lo clavaban en la Cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Y es que era justamente eso, en ese mismo instante, y la misma ignorancia.

Siempre hablo de la formación y la información. Muchos juzgan el comportamiento de estas personas, que hacen lo que pueden porque no saben lo que hacen ni dónde están. Sí, nos adelantamos a juzgar antes de tender la mano. Y lo hacemos todos. Yo el primero. Pero aquel día quizás estuviese más empático y pensé que posiblemente no habrían tenido la posibilidad que otros hemos tenido de recibir esa formación. Siempre queremos que se cumplan las normas, pero los que nos consideramos católicos y practicantes, somos los primeros en incumplirlas por diversas razones que no vienen al caso.

Si nos fijamos en quien debe ser nuestro ejemplo, el mismo Cristo, en ciertos momentos renuncia a esas normas para priorizar algo que siempre se nos olvida: acoger con amor. Jesús nunca pidió papeles en regla antes de amar. Su pedagogía fue el encuentro. La ternura.  Véanse los ejemplos de Zaqueo, la samaritana, el ciego Bartimeo… entre otros tantos.

Yo lo tengo muy claro. Puede que mi forma de ver las cosas sea totalmente diferente a la de la gran mayoría, pues por nuestras obras nos damos conocer. Las personas estamos para servir, no para mandar, por muchos cargos que queramos tener. El poder corrompe, y ¡los cargos son sinónimo de responsabilidad, no de poder! 

Lo único que tenemos que hacer es servir y amar. No hay más. Así de sencillo y de difícil a la vez.

En la Iglesia (los católicos) deberíamos ser acogedores, y predicar con nuestro ejemplo de amor, no de prepotencia. Cuando entendamos esto, quizá podamos avanzar como sociedad y como comunidad. Cuando entendamos esto, nuestro actuar servirá de ejemplo a otros, y dejará de ser un teatrillo barato y vacío que ahuyenta, más si cabe, a los alejados.

El Señor nos bendiga